LO SIENTO, NO TODOS TE VAN A QUERER

Ya he mencionado esto en algunos artículos: no puedes ser querido por todos (ni debes buscar que así sea). Hoy, quiero explicar, con mayor detalle, esta verdad y, sobre todo, por qué hay que taladrarla en nuestro cerebro. Vayamos de lo teórico a lo práctico

Sin oposición no hay democracia

Recuerda que la oposición no solo es de una bancada a un gobierno, ni es únicamente entre partidos. La oposición o, más específicamente, el opositor puede estar en tu misma organización política. La democracia no solo existe porque a alguien se le ocurrió que todos debían elegir, sino porque hay un sistema con diversas preferencias, ideologías y puntos de vista.

Siendo un elemento constitutivo de la democracia ¿por qué en tu participación personal el elemento del opositor debería de ser diferente o no existir? Pues, no hay ninguna razón. El ejercicio de poder se constituye enfrentando esas ideas que evidentemente no serán un amén a todo lo que uno diga. Pensar que puedes entrar a la política a gustarle a todo el mundo es una ilusión.

Diferencia de ideas vs. diferencias personales

Salgamos dela teoría. Hay una simple verdad y es que no todas las personas que participan en política tienen la madurez como para no crearse rivalidades personales. Puedes leer mi artículo Actitud política vs. Actitud hipócrita para profundizar en este punto.

Dicho esto, así seas un amor de persona, hay gente que envidiará esas cualidades tuyas para relacionarte y te tirarán barro, incluso, injustificado. Pasa en la vida, pasa en empresas, pasa en TNT y, por supuesto que pasa en la política.

Cuando esto ocurre, no hay razón, idea, argumento o una simple palabra que puedas decir que cambie la idea que algunos tienen se ti. Perderás el tiempo pensando que puedes entrar en razón con ellos. Lo que me lleva al siguiente punto.

El peligro de mimetizarse

Supongamos que lees el primer punto y tú, muy optimista, dices «yo sí lo lograré, Milagros está equivocada». Cuidado mano, corres peligro. ¿Cuá? el de mimetizarte con las pequeñeces y menudencias que puedes encontrar en la política.

¿Cómo es eso? Cuando sepas que alguien dice cosas de ti que no son ciertas, en tu afán de querer solucionar los problemas o aclarar los rumores, buscarás dar explicaciones «de vez en cuando». Pero, déjame decirte que será por gusto.

Puedes pasar dos horas explicándole tu versión de las cosas a ciertas personas. Primero será una, luego dos, luego diez y, cuando menos lo pienses, habrás perdido tu tiempo explicando cosas irrelevantes e incluso peleando… porque la buena voluntad o, mejor dicho, la paciencia no es eterna.

Este segundo punto es uno de mis máximos principios para hacer política y no morir en el intento. Te lo comparto porque pasa y uno no se da cuenta así nomás.

Liderazgo viejo y liderazgo nuevo

Hoy, que nos encontramos en un mundo fragmentado, con multiplicidad de necesidades y audiencias, el liderazgo ya no es totalitario. Es decir, no pienses que porque más gente te sigue eres mejor líder. El componente motivador es importante pero ¿qué es lo que realmente importa hoy?

La capacidad de articular. (Omitamos que odio esta palabra porque creo que está manoseada por los políticos que solo se dedican al humo digital, pero a nada de proyectos tangibles jiji).

Articular es poder comprender las diferencias existentes en el entorno, diferencias legítimas, y que a partir de ahí se establezca un espacio humano que permita el trabajo.

¿Para eso necesitas que te quieran? No, necesitas respeto, que no es lo mismo. ¿Para articular, el líder debe tener todas las respuestas? Jamás. El liderazgo articulador promueve que se encuentren soluciones colectivas.

Así que dejemos de esforzarnos por creer que se es más líder por la cantidad de seguidores que tengamos. Esa ya no es una realidad en el siglo XXI y, de hecho, nos impide centrarnos en las verdaderas formas de construir un liderazgo.

No vienes a hacer amigos

Por último, repetiré este punto que ya mencioné en el artículo «Actitud política vs. Actitud hipócrita». Creer que tenemos que gustarle a todos evidencia que pensamos que haciendo amigos vamos a tener mayor éxito. No te digo que no tengas amigos en tu partido, simplemente que no vayas a la política pensando en hacerlos.

No lo digo por mala, sino porque no es una novedad que este es un espacio muy mezquino y, sería una equivocación entrar pensando que la gente quiere ser tu amiga. Las amistades, siempre, con los dedos.

Además, relacionarte, principalmente, por «amistad» te impedirá tomar decisiones que pueden ser correctas a pesar de que afecten a tus entonces amigos. Tampoco te permitirá trabajar con gente valiosa por razones personales que no valen la pena.

¿Qué importa si alguien no se lleva de maravilla contigo si es una persona trabajadora al fin y al cabo?

No lo digo de la boca para afuera. Te cuente mi caso. En mi partido, había una persona con la que no me llevaba precisamente bien, pero sabíamos que ambas le poníamos ganas a esto de la política. Conversamos en pro del trabajo conjunto, en medio de una relación de respeto mutuo e incluso desarrollé estima con el tiempo.

Eso pasa cuando hay madurez de ambas partes. Sin embargo, no te recomiendo perder tiempo si la otra parte tiene actitudes que no son respetables. En el caso que te cuento, esta persona solo tenía ideas diferentes a las mías, pero nunca cayó en actitudes escolares ni con bajezas en el ámbito personal y yo tampoco. Todos felices.

En conclusión, volvamos al título: No todos te van a querer. Es importante tener clara esta premisa desde el inicio. Créeme, te ahorrarás problemas innecesarios y malestares por cuestiones que en un mes dejará de importar.

Además, no estas haciendo política para buscar aceptación ¿cierto? Actitud, personalidad y empeño es todo lo que necesitas

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