En primer lugar, no podría decir que he entrado al 100% a la política. He tenido primeros acercamientos bastante rápidos e intensos debido a la coyuntura. He podido ver de cerca cómo se manejan, debaten y toman decisiones algunas cabezas importantes o estratégicas (y no hablo de un partido político en específico).
Tuve un nexo principal para lograr mi primer acercamiento a la política; una persona, a quien no conozco personalmente. Esta persona confió en mí, me hizo aprender y descubrir bastante sobre cómo funcionaban las cosas dentro de la política.
Cabe resaltar que esta persona no tiene intereses políticos pero ha defendido antes causas sociales por lo cual ha llegado a conocer a personas estratégicas y el funcionamiento de la política.
Esta persona, antes de introducirme, me advirtió que todo era una guerra de egos. De hecho, yo estuve muy entusiasmada porque tenía buenas ideas, tenía a personas atrás que podían aportar y mi expectativa principal era corregir los errores, crear sinergia y lograr objetivos concretos.
Al presentarme a los líderes, me di cuenta de que tenía razón. Hay personas con muy buenas intenciones y otras personas que sólo buscan lograr objetivos egoístas. Mi acercamiento fue principalmente con la derecha y fue decepcionante.
Mi interés era apoyar de forma completamente voluntaria, tenía gente que también quería apoyar. Todos con una intención muy noble. Considero que tanto yo, como quienes me rodeaban, teníamos aportes valiosos pero lamentablemente los desestimaron.
Para conseguir algún objetivo debe haber una estrategia, y quienes lideraban la campaña, o sus imágenes, no tenían ni objetivos concretos, ni estrategias claras, no analizaban sus errores, no escuchaban distintas perspectivas, no se entendían entre ellos, y todos se creían todo poderosos, dueños de la verdad y la razón.
Me preocupó bastante. Por un lado, sentí que estaba intentando apoyar a una tortuga sorda en medio de una carrera con Ussain Bolt. Asimismo, sentía que esa misma tortuga tenía todas las herramientas para volverse un halcón peregrino (animal 10 veces más rápido que Usain Bolt). En resumen, sentí que mi primera experiencia fue como dar manotazos de ahogado.
Mi primer acercamiento fue frustrante y decepcionante. Hoy por hoy, mi interés de involucrarme en la política es por ver a un país mejor, o por lo menos, un país que no se destruya. Me parece muy importante no ser indiferente. Por la indiferencia política, falta de estrategias, entre otros, otras personas con malas intenciones ocupan la atención de incautos.
Eso es lo que más he notado en esta primera experiencia. La gente no sabe nada y sólo repite lo que resuena. Yo llegué a ser un incauto más, por falta de interés y desinformación fui engañada. Y así somos la gran mayoría.
Noté también que mientras la izquierda se une de manera estratégica con un plan trazado para lograr objetivos, la derecha es una batalla de egos en la que, aún encontrándose en una situación de perdedora, se da el lujo de pelearse, no tener un objetivo trazado ni una estrategia concreta.
De todos modos, me llevo de recuerdo ese interés de ver un Perú mejor que no sólo estaba en mí, sino en grandes grupos de personas que fui conociendo, que, en su mayoría. no involucradas a la política, que en mi opinión fueron desaprovechadas y con las que se pudo haber logrado bastante sinergia.
Mi primera experiencia fue desalentadora, pero las ganas siguen ahí. No creo que involucrarse en política sea fácil y tampoco creo que por chocarte con personas que te generen frustración debas tirar la toalla.
Normalmente la gente con buenas intenciones es la que primero tira la toalla al chocarse con los egos políticos. Pero& Si no tiramos la toalla, quienes tenemos buenas intenciones, y cada vez somos más, tal vez se pueda volver la política algo más agradable.
-Berenice Müller