Si ya hiciste clic en este artículo, la respuesta es simple: porque te gusta la política. Y no, no digas que la odias porque es cochina, lo que odias es la gente que la malogra.
Te explico lo que sucede:
Amas tanto la política, que te indignas por todos esos hechos que ves en las noticias, los casos de corrupción, los políticos con desempeño deficiente, por la forma de hacer política que prima los intereses personales y, tal vez, por la sociedad desigual que ves a tu alrededor. Pero esa indignación se llama amor, solo debes saber direccionarla de la manera correcta.
Si te indignas, estás asumiendo, intrínsecamente, que eres mejor que los políticos que ves constantemente en la televisión, que podrías hacerlo mejor. Pero aquí viene la zona de confort que nos gobierna: yo aporto más a la sociedad desde mi espacio, que perdiendo mi tiempo metiéndome en política.
A pesar de las dificultades que sé que existen en el día a día de un militante, no hay nada más eficiente que ingresar en política (desde un partido político) si lo que se desea es generar un cambio en la sociedad ¿Cómo es eso?, ¿Por qué?
La desilusión en la política te lleva a participar de otros espacios que consideras de valor para la sociedad. Prefieres hacer obra social en una ONG ¿cierto? Bien, te cuento que un partido político puede hacer exactamente las mismas acciones que una ONG promoviendo trabajos sociales, puede hacer lo mismo que hacen muchas organizaciones de la sociedad civil (solo se necesita gente con ganas de proponer e implementar), pero ¿sabes cuál es la gran diferencia? Que un partido político llega al poder.
¿Por qué eso debería importarnos? Porque los cambios, queramos o no, se generan dentro del sistema de toma de decisiones, es decir, el Congreso o el Ejecutivo. En ese sentido, una ONG puede trabajar durante años y de forma muy eficiente realizando proyectos de cambio y propuestas que, muchas veces, tienen que pasar por el congreso, pero si este no desea priorizar las propuestas presentadas por la institución no política, pueden pasar otros tantos años sin conseguir los efectos que desean.
Por supuesto, cada quien es libre de elegir qué espacios ejercer, pero si lo que tú deseas es cambiar el país, debes concentrar tus energías porque créeme que las necesitarás en identificar dónde se toman las decisiones e ingresar estratégica-mente ahí.
También, existen líderes vecinales que nunca ingresan en política y pasan toda su vida movilizando a sus sectores por otros candidatos, cuando no notan que el poder político está en ellos (en realidad, mayoritariamente en ellas).
Una vez fui a una junta vecinal y conocí a un vecino que estaba muy involucrado en los problemas del distrito. Me pareció una persona apta para militar en un partido y, por qué no, postular a algún cargo municipal. Se lo dije esa misma noche de la reunión. Me dijo que jamás se metería a un partido político, que la política es cochina – clásico – y yo le expliqué exactamente lo que te estoy diciendo a lo largo de este artículo. Creo que cambió de opinión (o me mintió) y se postuló a la alcaldía ese mismo año y, adivinen, ganó. Ya no tendrá que estar reuniéndose con los vecinos para quejarse de otros alcaldes y podrá hacer los cambios él mismo. Es lo más eficiente.
Lo que sí debo recalcar es que nada que valga la pena es fácil. En un partido político y, en general, en la política existen cosas muy desgastantes. A veces dan ganas de tirar la toalla (claro, si realmente trabajas por mejorar situaciones) y encontrarás pocos amigos de verdad, incluso decir pocos es mucho. Pero si más gente comienza a pensar como tú o como yo, cada vez serán más los aliados que encontremos y el espacio que, inicialmente, era concebido como lo más tóxico, nocivo e ineficiente, comenzará a atraer mejores prospectos.
De nada sirve que nos quejemos eternamente desde twitter, ni que le gritemos al televisor, ni que cantemos Contigo Perú si no tenemos la predisposición de hacer lo que sea necesario, por más difícil que parezca, para poner nuestro grano de arena en los lugares pertinentes.