Centrarse en la publicidad: No es la primera vez que te digo en este blog que la publicidad es solo una parte de todo el espectro de tu comunicación. Concéntrate en la estrategia.
Dejar que otro partido o candidato marque la agenda: El secreto está en las ideas. No negaré que todas tienen que ser buenas, aunque sería lo ideal, pero el punto es siempre identificar una problemática y hacerla visible a través de buenos mensajes y los canales correctos. Si no tienes ideas ordenadas, jamás marcarás la agenda.
Concentrarse desde el principio en el público externo: Es el constante error de preocuparse más en agradar al resto antes que ponerse en orden y dinamizar la comunicación interna. Esto solo es una bomba de tiempo. Primero fideliza a tu gente y organízate con los tuyos, después podrás apuntar a otros públicos.
No contratar servicios de asesoría: Es clásico que los políticos crean que tienen harta experiencia haciendo política, así que no necesitan asesorarse. Este es uno de los más grandes errores porque autoasesorarse jamás funciona por completo. Lo mejor es dejarse apoyar por especialistas.
No capacitar al equipo de campaña: Un equipo de campaña son tus extremidades. Si no contrataste especialistas y estás recibiendo únicamente apoyo voluntario, tienes que hallar la manera de enseñarles la dinámica de la campaña y la forma correcta de ejercer sus roles.
Implementar sin investigar: Todo político atolondrado se salta la etapa de investigación. No llegarás muy lejos si no analizas primero. Y déjame decirte que si lo haces, tu caída será más rápida y dolorosa.
No segmentar a tu público: Por más de que en política busquemos llegar a todo el país, debes saber segmentar bien a tus principales públicos, porque solo así podrás enviar el mensaje central con el lenguaje adecuado a cada nicho y por los canales correctos.
Indisciplina: Esta actitud impedirá que puedas cumplir con las acciones en los tiempos correctos.
Tener asesores de adorno: Y no es porque los asesores no sean buenos, sino porque no les haces caso. Podía decir que el 80% (siendo buena) de los políticos no se deja asesorar. Pero, cuando pierden sus campañas ¿a quién le echan la culpa?
Exceso de financistas: Lo pondré en sencillo. Si por querer postular a como dé lugar, aceptaste financiamiento “de los grandes”, lamento decirte que perdiste el control de ti mismo. No serás libre de poder tomar ciertas decisiones.
Atacar sin meditar por qué: Creer que atacar per se es estratégico es un gran error, pero el facilismo a la que la mayoría de políticos recurre.
Hacer en 1 mes lo de 4 años: Lo normal es que luego de elecciones, los partidos y muchos políticos se duerman y despierten para la siguiente elección. Grave error. El mejor trabajo político es el que se hace lento y constante.
No tener una estrategia: Ten por seguro que la mayoría, salvo hayan contratado un servicio de asesoría, no la tienen.
Subestimar al oponente: Ningún adversario debe despreciarse. Lo oportuno es investigar sus fortalezas y debilidades usarlas a tu favor.
Prometer todo en campaña: Si ganas y te das cuenta que no puedes hacer ni el 50% de lo que prometiste, sabrás que anticipaste tu crisis de reputación.
Ser más racional que emocional: Quien descuida las emociones no termina de conectar con la audiencia. Las historias y las anécdotas son parte de la buena comunicación.
Mucha crítica: Algo típico de los políticos facilistas es quejarse de lo que todo el mundo se queja, decir lo que está mal, señalar a los culpables, pero para proponer soluciones ni una publicación. Esto solo te hará importante, en un primer momento, mientras no ganes nada o no seas oficialismo. Quien tiene el poder de toma de decisiones y sigue criticando, fracasa.
Colocar un amateur a manejar las redes sociales: Las redes sociales de un político son la manifestación de su persona en el mundo online. Quien gestiona tus redes es quien manifiesta tu personalidad y habla por ti. Realmente, no quieres que alguien sin experiencia maneje tu comportamiento digital.
Pensar que un especialista en comunicación comercial es igual a un especialista en comunicación política: Es la causa de muchos desastres en la difusión del mensaje político. Un político no puede gestionarse igual que un producto, error común en que se hace cargo un publicista o mercadólogo y no un especialista en asuntos públicos.
Un mal presupuesto: Debes hacer un presupuesto ideal y un real, de esta forma priorizarás el dinero para ciertas acciones y tendrás acciones adicionales planificadas en caso obtengas donaciones adicionales que te permitan llevarlas a cabo.
Comprar seguidores: Es como comenzar con el pie izquierdo una estrategia para generar reputación del político. Es ponerse cabe a sí mismo. Comprar seguidores no te permitirá evaluar tu avance real.
Subestimar el poder de las redes: Si en redes sociales aparece información falsa sobre ti, en medio de la campaña y crees que es inverosímil, no la dejes pasar. Contén el problema. En una sociedad digitalizada, los medios tradicionales también toman información de internet y la transmiten en sus medios masivos.
Pensar en la oratoria como un sinónimo de comunicación: El fenómeno de la comunicación es mucho más amplio y, en su mayoría, se compone por elementos no verbales. De nada sirve hablar bonito y no cuidar los canales, los gestos, la personalidad, el tono, etc.
Muchas ideas poca acción: De nada sirve tener grandes ideas e indicar cómo deberían de ser las cosas si no las traducimos en acciones concretas que materialicen nuestras afirmaciones.
Rodearse de quienes dicen lo que quieres escuchar: Es uno de los principales errores que cometen los políticos. Nosotros no somos dueños de la verdad, por más preparados que estemos, por lo tanto, contar únicamente con gente que es una extensión de lo que nosotros pensamos, nos guiará poco a poco a la ruina. Un equipo se constituye por gente que te aporte y no siempre te diga que sí, por tu bien.
Crear un personaje y no pulir una personalidad: Es terrible ver que varios políticos construyen su imagen priorizando lo que la gente quiere escuchar, cómo quieren oírlo, qué está de moda, etc. Si bien es una parte importante tomar en cuenta estas cuestiones, la imagen no es más que la transmisión de una identidad. Si no basas tu estrategia de imagen en tu identidad, con tus principios y valores, solo serás un personaje vacío dependiente de los cambios y gustos del entorno.
La campaña infinita: Quienes hacemos política sabemos la debilidad que hay por las campañas. Sin embargo, hay que saber que no siempre estamos en una y que hay diferentes mensajes y acciones cuando estamos en una campaña, cuando estamos en un gobierno o cuando simplemente continuamos con nuestra política cotidiana sin elecciones ni cargo.
Pelearse con los medios de comunicación: No es estratégico hacerlo si son ellos quienes, precisamente, son fuente de información masiva de nuestros mensajes. Podría ser un punto que pase a un segundo plano, si fuéramos un país con 100% de acceso a la red, pero ya que no lo somos, aún dependemos de medios masivos para hacer llegar nuestros mensajes a ciertas zonas. Finalmente, ellos no son el adversario, pero sí pueden perjudicar tu imagen.
No tener claro los roles: No todos pueden mandar, menos en una campaña. Es importante establecer roles bien definidos en un equipo. La política es caótica, no promuevas más el desorden sin un buen organigrama.
El formato incorrecto: Hay que conocer bien a la audiencia para poder escoger formatos adecuados para transmitir el mensaje que deseamos. Es común ver que muchos hagan conferencias de prensa cuando era más oportuna una serie de publicaciones del tema o que se envíen comunicados, cuando una transmisión era lo adecuado. Ojo con eso, el mensaje puede estar perfecto, pero si no usamos los canales adecuados, no vamos a tener éxito comunicando.